martes, 22 de diciembre de 2020

Horas

Es muy tarde para odiar
¿acaso hay tiempo?
¿Cuántos años de una vida se pueden perder odiando?
Me gustaría ver las gráficas de mi vida 
Tal vez hubiera planeado mejor
Mis horas para amar 
Mis momentos de creación. 
¿de qué servirán los tragos de amargura
La reiteración del dolor?

jueves, 3 de diciembre de 2020

Qué pasa en nuestros corazones

Qué pasa en nuestros corazones

porqué donde hubo algunas sonrisas

algunas simpatías

de repente y sin aviso 

suceden 

odios, resentimientos, amarguras


Qué palabra, qué hecho,

qué omisión o acción

nos llevo a dejar que querernos

¿es qué acaso nos quisimos?

no lo sé.


tal vez debamos empezar por ahí.

Tal vez nunca me quisiste

tal vez nunca te quise 

pero intenté

tal vez no hubo esa apertura

tal vez por ello yo no me abrí 

Tu siempre con el juicio

Tu siempre tan cruel


Cuanto cariño se pierde con el dolor de la amistad



domingo, 29 de noviembre de 2020

Entre la serenidad y la locura

He escrito infinitas veces

sobre el lupus

en prosa

en mensajes 

en los documentos del seguro 

nunca pensé 

hacerlo así. 

En líneas. En versos,  

Expulsando de mi cabeza 

lo que es 

lo que no me permite ser

lo que ha transformado en mí. 

El pelo, la piel, la sonrisa.

El peso, los ojos, la fe. 

Las noches que he pasado

buscando respuesta

rogando a la diosa.. a quien sea

a mi mísma

sanarme,

tomarme las medicinas

 tener la voluntad de llamar 

al doctor

a mi familia 

a Sinhué. 

Confesarles que no puedo, 

con todo 

con nada 

con la contradicción..

de una enfermedad invisble 

que me autodestuye por dentro

y me condena por fuera 

a ser Casandra

porque nadie asocia

el dolor interior

como algo real 

la enfermedad debe notarse externamente 

como la alopecia en el cáncer después de las luchas químicas

como la invalidez después de perder las extremidades

como la ceguera que puede traer una diabetes...

pero en el lupus se te condena 

a un limbo entre la muerte y el bienestar

no estás ni en uno ni en otro

las medicinas te mantienen 

entre la fatalidad y la plenitud del cuerpo

entre la serenidad y la locura. 


jueves, 26 de noviembre de 2020

Luz, teléfono, gas

Es que así era, incuestionable

mi confianza natural de niña 

ir con mi madre a todos lados

sin percibir la pesadez del sol

sin sentir el bochorno de la gente.


Salíamos a pagar las cuentas

luz, teléfono, gas.

Eramos inseparables.

No odiaba, ni amaba

el transporte público, 

los largos ratos sin amigas,

estar solo entre gente adulta...

Las largas filas eran como un juego:

avanzar de una silla a otra 

como un progreso,

cada lugar un punto hasta la meta, 

luego por ahí alguna sorpresa... 

Extraño estar así con mi madre. 

Sin miedo, sin expectativas. 

Solo el presente y su compañía.  


En absoluto

la imposición de representaciones,

la exigencia a sentir

la manipulación o el fraude. 


Quisiera jamás hacerlo,

llorar a escondidas

para no dar vergüenza

para mostrarme serena. 


Me niego, lo rechazo, 

no seguir el llamado

aunque sea una causa perdida

aunque me cueste la vida


Por qué no habría 

de salir ante el tedio 

decir no al deseo ajeno 

desechar el desecho 


Simplemente no 

a las peticiones absurdas

a la burla desmedida 

al rincón sin salida. 


Me traicionaría haciendo 

una oda a la nada

la apología del cinismo

abrazando cualquier ismo. 


No. 














miércoles, 25 de noviembre de 2020

Sobre el rencor

¿Por qué el odio y el rencor nos pueden robar tanta energía? ¿Consumir el tiempo? ¿Quitar la alegría? Busco una medicina para mi desagrado, mi malestar, sobre lo mal que me hicieron sentir. A veces creo que a mi alma le gusta odiar. Sentir esta tensión, este deseo de venganza. Si no porque busca torturarse cada día con las mismas escenas, con idénticos pensamientos, repitiendo aquello que causa dolor? Quisiera atreverme a decirles cuánto les odio, explicarles por qué. Pero ¿de qué serviría? Tal vez así ustedes puedan hacerme entender el daño causado, el odio hacia mi. Tal vez así pueda entender si les hice algún mal. O ustedes entenderlo de mi. Pero soy cobarde. Me quedaré mis días molesta por sus palabras o por su silencio. Pero eso no sucederá. Discutiremos por horas, días, tal vez años. Se interpondrán entre nosotres nuestros egos. El rencor crecerá y las heridas no sanarán. ¿Entonces qué hacer? El olvido es la mejor de las venganzas. Creo que solo se puede pedir a la diosa un poco de piedad.

Los caminos de la poesía

La poesía nos lleva a lugares no habitados, 
no transitados aunque sí familiares. 
Nos hace recorrer por primera vez aquellas ideas de lo que somos en el futuro. 
Es cómo un órgano que bombea la sangre de nuestro sistema espiritual. 
Nos despierta, nos ilumina, nos conmueve. 



viernes, 7 de agosto de 2020

¿Ghosting académico?

Todes hemos escuchado o nos ha sucedido un ghosting amoroso. Estando en una relación sentimental, de la noche a la mañana desaparece la otra persona de tu vida sin más explicaciones tal como si fuera un fantasma. De inmediato te preguntas ¿pero qué pasó? ¿Acaso hice algo mal? Y si empezaban a existir sentimientos importantes de tu parte, te quedas algún tiempo desconcertada por el simple hecho de no saber qué pasó. Lo cierto es que al final la relación desaparece dejándote un amargo sabor ante la falta de valor del otro para decirte con todas sus letras la verdad.

En fin, si bien el ghosting amoroso da para mucho de que hablar, en realidad me interesa hoy hablarles del ghosting académico, del ghosting ideológico. ¿Les ha pasado acaso con un amigo o amiga, un colega del trabajo o incluso en Twitter, que después de conversar algunos días sobre cuestiones políticas, morales, filosóficas y académicas, difiriendo en puntos de vista en menor o en mayor grado, sin previo aviso desaparecen de tu vida?

Tristemente a mi me ha pasado y probablemente lo haya hecho también sin darme cuenta de ello. El punto aquí es que aparentemente preferimos evitar ideas contrarias, que nos disgustan o que simplemente no compartimos antes que cuestionar a los otros directamente, y peor aun, cuestionarnos a nosotros mismos, mover nuestras más profundas y sagradas creencias. Más allá de que esto pueda derivar en la erosión de una amistad o relación humana, me pregunto qué tanto nos estamos imposibilitando la capacidad de diálogo con los otros, con los diferentes. ¿Qué tanto nos estamos imposibilitando para la auténtica vida en pluralidad? ¿Seguiremos tratando a quienes piensan de forma chocante desde nuestro punto de vista como fantasmas? o ¿tendremos algún día el valor de desenterrar nuestros más profundos odios y prejuicios hacia lo ajeno? Mientras eso ocurre seguiremos en nuestros clanes y tribus ideológicas, alabándonos solo con nuestros amigos ideológicos y haciéndonos la guerra entre comunidades epistémicas distintas. Somos una academia llena de fantasmas.  

sábado, 20 de junio de 2020

Apuntes sobre racismo y clasismo en México


Como muchos mexicanxs, parte de mis orígenes se encuentran en la migración. Mi abuelo materno era salvadoreño. Llegó a México en su juventud buscando mayor suerte siendo sastre y pastor protestante. Toda su vida tuvo que lidiar con la discriminación, al grado que personas que se decían ser cristianas, lo denunciaron y estuvo a punto de ser deportado. Mi abuela, mexicana, específicamente tampiqueña -no me pregunten cómo- logró hablar con el mismísimo Adolfo López Mateos para que mi abuelo pudiera quedarse a vivir en México. No volvió a tener ningún problema. Sin embargo, su vida y la de mis tíxs no fue nada fácil. Cuando llegó con mi abuela a la Ciudad de México, después de trabajar como pastor en Zacatecas y Guadalajara, se fueron a vivir a un pequeño terreno al oriente de la Ciudad de México. Ahí, junto con los más grandes de sus hijos, construyeron con sus propias manos la casa en la que vivieron mi mamá y sus seis hermanos en condiciones económicas muy limitadas. Mi abuela era ama de casa, así que el único ingreso provenía de la sastrería que con mucho esfuerzo logró abrir mi abuelo en la colonia Narvarte. Mi abuela falleció muy joven, a los 54 años de un paro cardíaco, mientras que mi abuelo murió a los 81 con un muy avanzado mal de Parkinson. 

En contraste, -como todo lo que ocurre en México-, mi papá es hijo de un fabricante de textiles de San Luis Potosí, quien tuvo 13 hijos con mi abuela (ama de casa y pintora) y a diferencia de mi madre, él vivió con sus hermanos en enormes casas de las Lomas y Polanco. Sin embargo, no siempre fueron buenos tiempos para la familia, y por diversos problemas legales se perdió la fábrica de mi abuelo tras algunos años de su fallecimiento. 

Mis papás se conocieron cuando trabajan en Banca Cremi. Al poco tiempo de ser novios, mi mamá se embarazó de mi hermano por lo que decidieron casarse antes de que ambos terminaran la carrera. Mi mamá estudiaba contabilidad en la UNAM y mi papá economía en la UAM Iztapalapa. Ninguno de los dos pudo terminar por lo que siempre han tenido que malabarear para “sacarnos adelante”: Mi mamá ha sido cajera (de banco y de un minisúper), costurera (porque mi abuelo le enseñó su oficio), y en la peor de las épocas, para que yo pudiera seguir yendo a la universidad, fue trabajadora doméstica de unos vecinos. Mi papá por su parte, fue empleado bancario (hasta que lo liquidaron) vendedor de computadoras, chofer repartidor por toda la república y taxista. 

A pesar de esta difícil situación, recuerdo haber sido feliz durante mi infancia. Mis tíos (quienes tuvieron un poco más de suerte que mis padres) siempre le dieron trabajo a mi papá y eso también ayudó para mantener cierta estabilidad. Sin embargo, esto que durante la niñez nunca me importó, pues nunca nos faltó nada, empezó a ser doloroso en la adolescencia y mis primeros años de adultez. Cuando iba en secundaria, recuerdo tristemente como algunos compañeros se burlaban de mi porque mi padre me llevaba a la escuela en un bocho despintado; como después de perder nuestra casa, mi papá se fue a la frontera a trabajar. Recuerdo tristemente como mi pequeña hermana ya no recibía juguetes el seis de enero porque ya no alcanzaba para ello y como no tuve dinero para ir a las fiestas de graduación de la prepa y universidad. Durante muchos años, mis propias amistades, familiares y toda clase de personas me hicieron sentir avergonzada de mi situación.  Y es que es todo, el menosprecio por el código postal donde vives, la ropa que usas, las cosas que no posees, las posibilidades que no tienes. Si yo no hubiera ido a la universidad, y más que eso, si no hubiera tenido acceso a los libros, probablemente hoy me seguiría sintiendo avergonzada de la posición desaventajada que viví y que de alguna manera sigo viviendo. 

Y a pesar de estas profundas heridas que otras personas me han causado, no tengo la más mínima intención de señalar y exhibir a nadie. De entrada porque estoy segura de que también yo he causado heridas a otras personas reproduciendo ciertos cánones de conducta, y segundo, porque siempre han sido los libros, las ideas, el diálogo, la reflexión, los que me han ayudado a darme cuenta de mi propio clasismo. 

Hoy leo a muchos académicxs (que por cierto no pueden evitar decirle al mundo en sus bios de Twitter que cuentan con maestría o PhD de las mejores universidades del mundo: Harvard, Columbia, Oxford, Yale entre otras, o con un importantísimo cargo en instituciones públicas o académicas) señalando con el dedo el raciclasismo y machismo de los otrxs cuando ni si quieran tienen idea del privilegio en el que están por el simple hecho de tener un posgrado ¿ese es realmente el papel de la academia? ¿debemos contribuir desde nuestra soberbia ilustrada con la cultura de la cancelación que impera en nuestras redes sociales? Hoy les recuerdo que solo el 17% de la juventud en México ha tenido la oportunidad de acceder a estudios universitarios y que sólo el 1% a estudios de posgrado de acuerdo a datos de la OCDE. Esto sin hablar de la calidad de dichos estudios. Si mi madre no hubiera limpiado casas y si me padre no se hubiera ido a la frontera a trabajar, no sé si hubiera tenido la oportunidad de haber ido a la universidad y así darme cuenta de que no solo he sido víctima de un sistema clasista y patriarcal, sino también reproductora y cómplice del mismo al sentirme avergonzada por muchos años de mi “estatus social” así como de hacer consciente e inconscientemente acepción de personas de acuerdo a la escala de valores que impera en nuestra sociedad desde la colonia. 

No sé, creo que como académicxs estamos cayendo en una soberbia intelectual de grandes proporciones que nos impide, desde el mismo plano desde el cual nosotrxs tuvimos la oportunidad de aprender y sensibilizarnos (libros, profesorxs, discusiones con nuestrxs compañerxs) a desmantelar con educación, diálogo, cultura, y no con violencia verbal y otra clase de métodos antipedagógicos, la terrible y antidemocrática escala de valores que por años hemos sido también sus reproductores. Y si no es así, ¿por qué aspiramos a tener ciertos grados académicos y de ciertas prestigiosas universidades, a hablarle a cierta élite académica y tuitera, a vivir en ciertos códigos postales antes que en otros, usar ciertas marcas, vestir de cierta manera, comprar ciertos productos antes que otros? ¿escuchar cierta música y productos culturales? Que tire la primera piedra quien esté libre de raciclasismo. 

miércoles, 20 de mayo de 2020

Noche

A veces, casi siempre, disfruto la noche. 
Los grillos, mi cuerpo horizontal sobre la cama. 
La lectura o una buena cinta. 
La frescura de las sabanas y el calor que se va formando con las cobijas. 
El placer del descanso, de poder dejar en el pasado 
Las ansiedades. 
Un té, un mensaje de amor. 
Mis ojos aliviados del calor de las pantallas. Una  respiración profunda, una caricia. 
Los músculos se relajan. 
A veces la mente se agiliza, se lucidiza. Y escribo, o recito, o solo disfruto de mi pensamiento. A veces no hay preludio. Pero casi siempre de tanto que disfruto me niego a abandonarme al profundo sueño.

viernes, 1 de mayo de 2020

Lupus

Créanme, no entiendo aún bien a bien de que se trata esto.  Lo que sé es que es una enfermedad autoinmune. Mis anticuerpos me atacan a mi misma, específicamente a mis células, y por lo tanto a mis tejidos y órganos. Por alguna razón prefieren atacar pulmones y el corazón (bueno al menos en mi caso) pero también puede pasar, porque así ha pasado en otros pacientes- que puede atacar hígado, riñones y cerebro. 

Y pues no hay cura. Sólo hay medicamentos que  controlan los síntomas y que previenen los ataques. Tampoco se sabe por qué pasa.  Sólo que puede ser en parte a cuestiones ambientales, en parte a cuestiones genéticas. 

Generalmente se manifiesta en la edad reproductiva y la mayoría de los casos son mujeres (1 de cada 10) aunque eso si, en los hombres suele ser más agresivo. 

Yo me enteré que tenía exactamente en mi cumpleaños 27, el cual me aferré a celebrar en medio de incapacitantes dolores articulares. Pero recuerdo diversos episodios de dolores menores desde mi adolescencia y un par de años antes sufrí una trombosis venosa profunda. 

¿Pero por qué me interesa hoy contarles todo esto? 

Porque es mayo, mes de la visibilizacion del lupus en el mundo, y me parece sumamente inverosímil que al menos en mi caso me sea tan difícil  hablar de la enfermedad sin sentirme fuera de lugar. No solo ha sido extremadamente duro tener que hacerme a la idea de que estaré enferma toda mi vida, y la verdad es que aún no lo entiendo a cabalidad; de las cosas más difíciles que he tenido que enfrentar ha sido el poder hablar de esto con los demás sin arrepentirme momentos después, o sin convertirlo todo en un mar de lagrimas. ¿Por qué? 

No puedo estar completamente segura de ello, solo tengo algunas hipótesis:
  • Por miedo a ser estigmatizada o discriminada. Tengo miedo a que me puedan ver menos apta para un puesto de trabajo o una beca educativa. Uno de mis proyectos de vida es aplicar a un programa de posgrado fuera del país y me han sugerido (expertos en estos procesos) ni siquiera mencionar mi padecimiento. 
  • Porque muchos suelen pensar que solo buscamos llamar la atención o victimizarnos, y ello responde en gran parte a qué es una enfermedad invisible, y como tal se suele pensar por desconocimiento/desconfianza que estamos fingiendo. Muchos pacientes con lupus nos sentimos sumamente incomprendidos porque si bien podemos sentirnos fatal por dentro, por fuera parecemos completamente sanos. En la mente de los demás esto se traduce en que no puede ser tan mala la experiencia del lupus “como queremos hacerles creer”. 
  • Para no incomodar a nadie. Puede parecer esto un sin sentido pero he observado un comportamiento extraño en la naturaleza humana que nos hace sentir incómodos cuando alguien habla de sus propias tragedias. No por falta de empatía -quiero pensar- o mas bien no me estoy refiriendo a estos casos que por supuesto también existen,  sino por una falta de habilidad para reaccionar a este tipo de situaciones. A mi también me pasa que me es difícil encontrar las palabras adecuadas cuando alguien me cuenta sus problemas, peor aun una tragedia, es frustrante no saber qué decir o cómo ayudar. Y aunque la mayoría de las veces ni siquiera busquemos la ayuda de nadie, sino sólo poder expresarnos, quienes intentan torpemente escuchar responden generalmente de la peor manera. Por ello por mucho tiempo he decidido callar y vivir esto sola. 
Pero ¿por qué tendríamos que condenar nuestro padecimiento a lo más íntimo del ser cuando requerimos que se hable de esta enfermedad para promover una cura, para mejorar nuestras propias condiciones de vida? No por otra cosa sino por dignidad y una simple y sencilla razón de derechos humanos. Hoy más que nunca entiendo que en efecto lo personal es político. Se requiere romper el silencio no solo por mi, sino por todos y todas quienes no pueden ejercer a plenitud el derecho básico a la salud. 

Si bien afortunadamente formo parte del porcentaje de personas con lupus que puede seguir trabajando, lo cierto es que esta enfermedad y los efectos secundarios del tratamiento, me han deteriorado física y emocionalmente. Esta extravagante enfermedad me hace sentir dolores prácticamente todos los días, a los cuales ya me he ido acostumbrando, pero no quiero seguir haciéndolo. No sé que opinan ustedes y qué tan digno les parezca tener que acostumbrarse al dolor hasta el grado de tener que salir corriendo al hospital porque te olvidas completamente de entender cómo funcionan las señales de alerta y peligro en tu cuerpo. 

En fin, así las cosas. En este mes del lupus esperemos que más personas hagan consciencia de este padecimiento, porque aunque uno de los medicamentos que usamos para prevenir su activación (Plaquenil) este aparentemente funcionando para pacientes con Covid-19 -razón por la cual hubo desabasto del mismo- al estar basado nuestro enfoque de atención a los problemas de salud con un criterio utilitarista, difícilmente podremos esperar pronto una cura a este padecimiento. Al menos nos ayudaría mucho que se nos conceda el poder expresarnos libremente sin ser estigmatizados. No queremos condescendencia ni trato privilegiado, solo ser escuchados. 

sábado, 18 de abril de 2020

Breve crítica a la razón práctica

¿Por qué nos sentimos vacíxs o preferimos adoptar el sin sentido de la nada cuándo nos preguntamos acerca del fin práctico de nuestra propia existencia? ¿Y si no hubiera algún fin? ¿Por qué a todo queremos siempre encontrarle un fin práctico, una utilidad, un para qué?

 ¿Cuándo creamos algo realmente estamos buscándole un fin práctico? ¿Y si todo fuera por la simple belleza de la creación en sí misma? 

miércoles, 18 de marzo de 2020

Discurso de Estocolmo | Camus

Al recibir la distinción con que ha querido honrarme su libre Academia, mi gratitud es más profunda cuando evalúo hasta qué punto esa recompensa sobrepasa mis méritos personales. Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se reconozca lo que es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer su decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que realmente soy. ¿Cómo un hombre, casi joven todavía, rico sólo por sus dudas, con una obra apenas desarrollada, habituado a vivir en la soledad del trabajo o en el retiro de la amistad, podría recibir, sin una especie de pánico, un galardón que le coloca de pronto, y solo, a plena luz? ¿Con qué ánimo podía recibir ese honor al tiempo que, en tantos sitios, otros escritores, algunos de los más grandes, están reducidos al silencio y cuando, al mismo tiempo, su tierra natal conoce una desdicha incesante?

He sentido esa inquietud, y ese malestar. Para recobrar mi paz interior me ha sido necesario ponerme de acuerdo con un destino demasiado generoso. Y como era imposible igualarme a él con el único apoyo de mis méritos, no he hallado nada mejor, para ayudarme, que lo que me ha sostenido a lo largo de mi vida y en las circunstancias más opuestas: la idea que me he forjado de mi arte y de la misión del escritor. Permitanme, aunque sólo sea en prueba de reconocimiento y amistad, que les diga, lo más sencillamente posible, cuál es esa idea.

Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de cualquier cosa. Por el contrario, si me es necesario es porque no me separa de nadie, y me permite vivir, tal como soy, a la par de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues, al artista a no aislarse; le somete a la verdad, a la más humilde y más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia más que confesando su semejanza con todos.

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo hacia los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdadero artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual.

Por lo mismo el papel de escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte. Todos los ejércitos de la tiranía, con sus millones de hombres, no le arrancarán de la soledad, aunque consienta en acomodarse a su paso y, sobre todo, si en ello consiente. Pero el silencio de un prisionero desconocido, abandonado a las humillaciones, en el otro extremo del mundo, basta para sacar al escritor de su soledad, por lo menos, cada vez que logre, entre los privilegios de su libertad, no olvidar ese silencio, y trate de recogerlo y reemplazarlo, para hacerlo valer mediante todos los recursos del arte.

Nadie es lo bastante grande para semejante vocación. Sin embargo, en todas las circunstancias de su vida, obscuro o provisionalmente célebre, aherrojado por la tiranía o libre para poder expresarse, el escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificará sólo a condición de que acepte, tanto como pueda, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio a la verdad, y el servicio a la libertad. Y puesto que su vocación consiste en reunir al mayor número posible de hombres, no puede acomodarse a la mentira ni a la servidumbre porque, donde reinan, crece el aislamiento. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia ante la opresión.

Durante más de veinte años de historia demencial, perdido sin remedio, como todos los hombres de mi edad, en las convulsiones del tiempo, sólo me ha sostenido el sentimiento hondo de que escribir es hoy un honor, porque ese acto obliga, y obliga a algo más que a escribir. Me obligaba, especialmente, tal como yo era y con arreglo a mis fuerzas, a compartir, con todos los que vivían mi misma historia, la desventura y la esperanza. Esos hombres nacidos al comienzo de la primera guerra mundial, que tenían veinte años en la época de instaurarse, a la vez, el poder hitleriano y los primeros procesos revolucionarios, Y que para completar su educación se vieron enfrentados a la guerra de España, a la segunda guerra mundial, al universo de los campos de concentración, a la Europa de la tortura y de las prisiones, se ven hoy obligados a orientar a sus hijos y a sus obras en un mundo amenazado de destrucción nuclear. Supongo que nadie pretenderá pedirles que sean optimistas. Hasta llego a pensar que debemos ser comprensivos, sin dejar de luchar contra ellos, con el error de los que, por un exceso de desesperación han reivindicado el derecho al deshonor y se han lanzado a los nihilismos de la época. Pero sucede que la mayoría de entre nosotros, en mi país y en el mundo entero, han rechazado el nihilismo y se consagran a la conquista de una legitimidad.

Les ha sido preciso forjarse un arte de vivir para tiempos catastróficos, a fin de nacer una segunda vez y luchar luego, a cara descubierta, contra el instinto de muerte que se agita en nuestra historia.

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sábe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrompida —en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos, y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en la que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión—, esa generación ha debido, en si misma y a su alrededor, restaurar, partiendo de amargas inquietudes, un poco de lo que constituye la dignidad de vivir y de morir. Ante un mundo amenazado de desintegración, en el que se corre el riesgo de que nuestros grandes inquisidores establecezcan para siempre el imperio de la muerte, sabe que debería, en una especie de carrera loca contra el tiempo, restaurar entre las naciones una paz que no sea la de la servidumbre, reconciliar de nuevo el trabajo y la cultura, y reconstruir con todos los hombres una nueva Arca de la Alianza.

No es seguro que esta generación pueda al fin cumplir esa labor inmensa, pero lo cierto es que, por doquier en el mundo, tiene ya hecha, y la mantiene, su doble apuesta en favor de la verdad y de la libertad y que, llegado el momento, sabe morir sin odio por ella. Es esta generación la que debe ser saludada y alentada dondequiera que se halle y, sobre todo, donde se sacrifica. En ella, seguro de vuestra profunda aprobación, quisiera yo declinar hoy el honor que acabais de hacerme.

Al mismo tiempo, después de expresar la nobleza del oficio de escribir, querría yo situar al escritor en su verdadero lugar, sin otros títulos que los que comparte con sus compañeros, de lucha, vulnerable pero tenaz, injusto pero apasionado de justicia, realizando su obra sin vergüenza ni orgullo, a la vista de todos; atento siempre al dolor y a la belleza; consagrado en fin, a sacar de su ser complejo las creaciones que intenta levantar, obstinadamente, entre el movimiento destructor de la historia.

¿Quién, después de eso, podrá esperar que él presente soluciones ya hechas, y bellas lecciones de moral? La verdad es misteriosa, huidiza, y siempre hay que tratar de conquistarla. La libertad es peligrosa, tan dura de vivir, como exaltante. Debemos avanzar hacia esos dos fines, penosa pero resueltamente, descontando por anticipado nuestros desfallecimientos a lo largo de tan dilatado camino. ¿Qué escritor osaría, en conciencia, proclamarse orgulloso apóstol de virtud? En cuanto a mi, necesito decir una vez más que no soy nada de eso. Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido. Pero aunque esa nostalgia explique muchos de mis errores y de mis faltas, indudablemente ella me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y también a mantenerme, decididamente, al lado de todos esos hombres silenciosos, que no soportan en el mundo la vida que les toca vivir más que por el recuerdo de breves y libres momentos de felicidad, y por la esperanza de volverlos a vivir.

Reducido así a lo que realmente soy, a mis verdaderos limites, a mis dudas y también a mi difícil fe, me siento más libre para destacar, al concluir, la magnitud y generosidad de la distinción que acabais de hacerme. Más libre también para decir que quisiera recibirla como homenaje rendido a todos los que, participando el mismo combate, no han recibido privilegio alguno y sí, en cambio, han conocido desgracias y persecuciones. Sólo me falta dar las gracias, desde el fondo de mi corazón, y hacer públicamente, en señal personal de gratitud, la misma y vieja promesa de fidelidad que cada verdadero artista se hace a si mismo, silenciosamente, todos los días.

jueves, 12 de marzo de 2020

Ágora

Nos volvemos auténticamente democráticos cuando realmente sentimos que todes se merecen entrar al reino de los cielos.

Coyuntura

Que curioso que vivamos la coyuntura como si no hubiera historia, cómo si no hubiera filosofía. ¿Qué no hemos escrito suficientes novelas? Nos ahoga, nos incendia, nos derrumba. Cómo si fuéramos lxs primeros en tocar este suelo. Cómo si no hubiéramos pasado ya suficientes tragedias. Pero también alegrías. Nos decimos unxs a otrxs lo que sabemos, lo que escuchamos, esos primeros prejuicios. ¿Y todo lo qué hay detrás? ¿Qué pasa con esta memoria que ama el drama presente? Parece gozar del sufrimiento y la tragedia permanente. ‘Estamos en crisis’. Cuántas veces lo habré escuchado. Todo es igual pero con más gente, más conexión y más distracción. No hay nada nuevo bajo el sol. ¿Habremos ya dicho todo? La pregunta es ¿de cuántas formas? Cómo estamos evaluando el aprendizaje. 

miércoles, 11 de marzo de 2020

Nadie nos dijo...

Cuando eramos niñas nos hicieron creer que la vida era un cuento de hadas, color de rosa, en dónde algún día conoceríamos un apuesto príncipe azul para seguir el ciclo de la reproducción en completa armonía. Las películas que nos ponían, los juguetes que nos compraban -en su mayoría muñecas completamente estéticas- y la música que escuchábamos, nos convencieron de que ser bonitas y conseguir un guapo esposo era lo más importante de toda vida digna. Si nos gustaba el fútbol o nos interesábamos "en cosas de hombres" nos decían "marimachas".

Pero crecimos y ¡oh sorpresa!

Nadie nos dijo que esos hombres que creíamos "de la realeza" nos iban a lastimar tanto. Nadie nos dijo que nos harían sentir infinidad de veces inadecuadas e insuficientes por no cumplir con sus estándares de belleza. De ahí que aprendiéramos que ser extra delgadas, güeras de ser posible y de 90-60-90, era el imperativo categórico del ser mujer. Desde la más temprana de nuestra adolescencia nos dimos cuenta de que no éramos lo que supuestamente teníamos que ser. Las revistas, los comerciales, los escaparates, los personajes de nuestras series favoritas nos lo recordaban una y otra vez. ¿Cuántas no crecimos con la idea de que necesitábamos al menos una cirugía estética? ¿Cuántas no crecimos con la idea de que debíamos ponernos a dieta, vomitar o incluso dejar de comer? ¿Cuántas no crecimos con la idea de que la forma natural de nuestro cabello era impresentable, que nuestra piel era o muy clara o muy oscura y que inevitablemente necesitábamos del maquillaje para poder gustarle a los hombres? ¿Cuántas no crecimos simplemente rechazando nuestros cuerpos? ¿Cuánto dinero han pagado amigas mías en ropa, gimnasios, cremas, perfumes, zapatos, pastillas...,  para poder parecerse un poco a las conejitas de Playboy o a las modelos de pasarela?

Nadie nos dijo que esos príncipes azules iban a abusar sexualmente de nosotras en la primera oportunidad, algunos alcoholizándonos, o peor aún, drogándonos, y en muchos de los casos, siendo aún unas niñas; que además se lo contarían a todo mundo para ser aplaudidos mientras que nosotras quedaríamos como unas "zorras". Nadie nos dijo además que sí quedábamos embarazadas seríamos unas delincuentes al abortar; y nadie nos dijo que tendríamos que buscar hacerlo a escondidas para no ofender a nadie, poniéndonos en riesgo a nosotras mismas después de haber sido abandonadas por quién momentos previos había negado su paternidad. Nadie nos dijo que a ellos les dijeron que estaba "bien" estar con el mayor número posible de mujeres por lo que iba ser normal para ellos la infidelidad, que se aburrirían de nosotras y que estarían de forma perpetua buscando acostarse con otras. Nosotras en cambio debíamos esperar al matrimonio y ser niñas "bien".

Nadie nos dijo que esos hombres en quienes confiábamos nos tomarían fotos y grabarían nuestra intimidad sin nuestro consentimiento, o que aun consintiendo, lo divulgarían por Internet o en el chat de sus amigos. Nadie nos dijo que nos tocarían en el transporte público y que nos acosarían por las calles, tampoco nos dijeron que para ellos las mujeres éramos prácticamente un objeto y que muchos de ellos nos violarían y nos asesinarían sin el mayor remordimiento. Nadie nos dijo que nos secuestrarían para obligarnos a hacer pornografía o para comercializar nuestro cuerpo.

Nadie nos dijo que ellos nos subestimarían en todos los campos del conocimiento, las artes y en el ámbito profesional por ser, según ellos, "sentimentales," "conflictivas", "poco racionales" y "menos competentes", pero eso sí, qué eramos las campeonas del hogar, la cocina y del cuidado de los hijxs. Nadie nos dijo que nos costaría el doble conseguir un asenso sin tener que acostarnos con el jefe, terminar una carrera y hacer que nuestra voz fuera escuchada. Ni hablar de participar en política; nadie nos dijo que nos violentarían al intentarlo.

Nadie nos dijo esto y tampoco nadie nos dijo que los hombres lo iban a negar todo cuando al fin tuviéramos el valor de decirlo, de denunciarlo, de simplemente contarlo; que nos llamarían exageradas, delicadas o "feminazis". Toda esta desilusión, toda esta constatación es lo que nos tiene tristes, enojadas, indignadas, furiosas.

Nos hicieron creer que las mujeres eramos enemigas unas de otras, pero !oh sorpresa! hemos empezado a hablarnos de nuevo y estamos tratando de entenderlo todo, cuestionarlo todo y re-aprenderlo todo.

El feminismo busca por ello destruir todo esto para poder reconstruir y crear nuevas representaciones de lo que significa ser mujer, plantear formas más maduras de amar y ejercer plena y libremente nuestra sexualidad. Porque esto no tiene que ser así. No tenemos porqué solo jugar con muñecas y seguir sus patrones absurdos de belleza. Por ello el feminismo no solo es una filosofía de ruptura con el sistema que predomina en nuestra sociedad, sino también es una filosofía de transformación y reconciliación de las mujeres con nuestros propios cuerpos, con nuestra sexualidad, con otras mujeres. Porque no solo los hombres nos han lastimado con esto, sino también nosotras mismas nos hemos dañado unas a otras creyéndonos todo este cuento, negando a otras mujeres, hablando mal de ellas y haciéndonos aliadas sin darnos cuenta del patriarcado. Por ello el feminismo no solo es un movimiento de destrucción sino también un movimiento de creación, de imaginación, sanación y de mucha paz. Nadie nos dijo nada, por eso ahora buscamos decirlo todo.

Sobre cómo los hombres mandan sobre nuestros cuerpos

Envejecer

No solo las arrugas o la flacidez, a los hombres nos les gusta en general que te dejes las canas, pero si te pintas el cabello de rojo, te dicen que sí les gustan las pelirrojas pero naturales. Lo cierto es que no importa lo que hagas, desde el momento en que se te nota la edad, empiezas a perder atractivo para ellos. 

Si te tiñes el cabello no lo hagas para darle gusto a ellos sino a ti. 

Sobre otros pelos

El cabello no es el único tipo de pelo sobre el cual les gusta opinar. No les gusta el vello ni en las piernas, ni en las axilas, ni en el rostro, y a muchos tampoco en el pubis. Es casi una aberración algo tan natural. 

Solo me gustaría que sepas que los vellos tienen una función, y los del pubis sirven para evitar la entrada de bacterias a la vagina. 

Sangre 

Por amor de dios, no vayas a caminar con tu paquete de toallas sanitarias después de que las compres en la tienda de la esquina sin una bolsa oscura. A los hombres esto los incomoda sin remedio. 

Peso

Si bien aquí puede haber variación de criterios, en general no les gustan las mujeres "pasadas de peso". 

Aborto

Si no se entiende avísenme. 

¿Ven porque es tan necesario el feminismo?

¿Hasta cuando van a callarse y dejar de opinar sobre nuestros cuerpos? 


miércoles, 4 de marzo de 2020

¿Por qué hablamos de violencia de género?

Entiendo que cause mucho ruido el tema de la violencia de género. Yo misma no la entendía y me resistía a reconocerla como un concepto válido dentro de mi campo de estudio (las ciencias sociales y la ciencia política). Tuve que leer varios textos especializados para comprender el marco teórico que la sustentaba, pero confieso que no fue hasta que leí casos específicos y testimonios desgarradores que pude finalmente dimensionar de qué estábamos hablando.

He leído muchos comentarios en redes sociales en dónde de alguna manera se descalifica el uso de este concepto y se afirma que no es un problema de género, "de hombres contra mujeres", sino un problema entre "malos y buenos" o un problema mucho más profundo de violencia generalizada de la propia naturaleza humana. He visto también muchos comentarios en donde se trata de mostrar que los hombres también sufren de violencia, no solo de otros hombres, sino también por parte de las mujeres.

Generalmente quienes nos asumimos feministas nos enojamos (por decir lo menos) al ver este tipo de reacciones, pero estos días he estado reflexionando acerca del despropósito de esta indignación al recordar el tiempo que a mi me costó entenderlo a pesar de mi formación, por lo que comprendí que lo que necesitamos, no es continuar con este círculo vicioso de descalificaciones porque nuestros contactos tal vez no hayan tenido el mismo proceso intelectivo para tener una postura a favor o contra de esta construcción teórica particularmente polémica. Me parece que es completamente responsabilidad de las ciencias sociales y de quienes nos dedicamos a estos problemas, la falta de entendimiento y socialización de un concepto en suma complejo para quienes no necesariamente se dedican a estudiar y pensar los fenómenos políticos, sociales y culturales que nos rodean.

Es por esto que escribo este texto. Ojalá que a alguno de mis contactos en estas redes sociales les pueda ayudar a clarificar algunas ideas en torno a la violencia de género, hacerse más preguntas, y si es el caso, despedirse del usual prejuicio que acompaña esta noción y la misma palabra ´feminismo.´ También puede suceder que ayude a reafirmar la convicción de que es un concepto erróneo y falso. Lo cual significará que debemos -quienes lo defendemos- trabajar más en él. Desde mi punto de vista este tipo de nociones deben ponerse constantemente a prueba hasta que finalmente sean aceptados por un grupo cada vez más amplio de la sociedad. Es importante decir que dentro del mismo mundo académico no hay un consenso claro acerca de su validez por lo que debe entenderse que quienes no se dedican a esto también presenten legítimas resistencias.

¿Por qué hablamos de la violencia de género? Tienen razón al afirmar que los hombres también sufren de violencia, pero es vital entender que a varias especialistas les pareció importante clasificar esta forma de violencia porque tiene una característica muy particular que la hace diferente al tipo de violencia que padecen -ojo- en general los hombres, e incluso a otras formas de violencia que también sufren las mujeres de la misma manera que los hombres.

En esta forma de violencia, han observado las científicas sociales después de estudiarla desde múltiples enfoques (antropología, historia, psicología, ciencia política, sociología, filosofía etc.) que se comete en contra de las mujeres, no por deudas con grupos del crimen organizado, violencia intrafamiliar sino por el simple, absurdo y ridículo hecho de ser mujeres. Si bien el crimen organizado y la violencia familiar, por supuesto tendrán algún grado de efecto (intersección) en la violencia de género -todo en nuestra realidad social está interconectado de alguna u otra manera- lo cierto y lo que ha despertado la voz de organismos internacionales, activistas, periodistas, legisladoras y otras personas, es el motivo particular de esta forma de violencia que NO se observa en los hombres: los ESTEREOTIPOS (construcciones sociales) acerca de lo que significa ser mujer. 

¿Cómo nos hemos dado cuenta de que esta forma de violencia sucede en contra de las mujeres por el simple hecho de ser mujeres?

Porque después de estudiar infinidad de casos, testimonios, denuncias, peritajes antropológicos, la historia de las sociedades humanas, entre otras múltiples cosas, hemos notado un patrón que se repite en un número significativo y alarmante de casos: la existencia de estereotipos (usualmente negativos), o concepciones acerca del rol de la mujer en la sociedad, que justifican la violencia de los perpetradores. 

Les voy a contar un caso que a mi me ayudó a entender la violencia política por razones de género. En una comunidad de Oaxaca, una mujer, simplemente por el hecho de manifestar su intención de participar en la política, fue azotada públicamente con un látigo por su propio abuelo como un castigo ejemplar porque en dicha comunidad prevalece la idea de que las mujeres NO deben y no pueden tomar parte de las decisiones que afectan a la colectividad. En otros lugares, se han colgado mantas afirmando que las mujeres solo sirven para "cocinar, coger o tener a los hijos" NO PARA HACER POLÍTICA.  

Pero algo que también deben saber es que estos casos no son aislados, y muchos de ellos han sido documentados, no solo en México, ni tampoco solo en las comunidades indígenas, sino en TODO el mundo. En Estados Unidos, en Inglaterra, en Afganistan, si bien de diferentes maneras y con diferentes grados, las mujeres sufrimos múltiples formas de violencia por el SIMPLE hecho de ser mujeres.

¿Les parece absurdo el genocidio que padecieron los judíos por los Nazis por el simple hecho de ser judios? ¿Les parece absurdo la discriminación de las personas afrodescendientes por el simple hecho de tener la piel oscura? Entonces podrían también estar de acuerdo en lo absurdo que es que en pleno Siglo XXI aún existan actos irracionales de violencia en contra de mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Por ello es que los organismos internacionales defensores han alzado la voz y obligado a todos los estados parte a tomar cartas en el asunto. Porque esto, amigos y amigas es algo inaceptable para la vida digna de las mujeres. 

Tienen razón, no todas las formas de violencia tienen como motivo una cuestión de género (a una mujer la pueden asesinar por resistirse a un asalto como a cualquier hombre. Por ello es que CADA caso debe analizarse de forma particular para saber si podemos reconocer este patrón. Pero créanme que poniendo ejemplos en redes sociales de cómo existen además de la violencia de género otras formas de violencia en el mundo no a va a desaparecer mágicamente el hecho de que aún a las mujeres nos violentan por un odio realmente incomprensible e inaceptable. Los nazis odiaban a los judíos por considerarlos inferiores. Los blancos odiaban a los hombres y mujeres de raza negra por considerarlos inferiores ¿será que los hombres nos odien por considerarnos inferiores? Tenemos muchas pruebas de que así es y es por ello es que estamos alzando la voz.

¿Qué si matan más a los hombres que a las mujeres? Sí, pero entiendan que es por razones diferentes. A los hombres no los matan en nuestro país por el simple hecho de ser hombres. Son otras las causas. No podemos atacar problemas distintos con las mismas herramientas. En México, la principal causa de muerte es la diabetes. Les pregunto ¿esto hace menos importante las muertes por cáncer? ¿Debemos llamar a todas las enfermedades "enfermedades a secas" porque todas las personas sufren de alguna manera u otra una enfermedad? Entiendan de esa manera que en las ciencias sociales no podemos llamar violencia a secas una forma de violencia tan absurda como la violencia de género. Necesitamos diferenciarla para entenderla mejor y poder erradicarla de la mejor manera.

domingo, 26 de enero de 2020

Preguntas de domingo

¿De dónde vendrá esta tristeza?
¿Será el resultado de ideas que me consumen de una semana atrás? ¿Será solo la falla orgánica de mi mente? 
Escucho los pájaros, recuerdo el amor. Siento que es posible vencer el sentimiento de donde quiera que este provenga.

viernes, 24 de enero de 2020

¿Quién soy?

Qué divino descubrirte un poco más cada día. Retomarte cuando te reencuentras. Amarte después de odiarte.

Gracias feminismo

¿Qué sería de mi vida sin el feminismo? ¿Me sentiría fatal por tener treinta, vivir sola y no tener hijos? Probablemente sí. 
¿Me sentiría mal por tener una cana en el ceja, nariz de cacahuate y no tener una sonrisa perfecta? Seguramente.En lugar de tener una crisis existencial por el posgrado que quiero estudiar tal vez estaría ansiosa por no haber recibido una propuesta de matrimonio.Gracias feminismo aunque no siempre me doy cuenta de lo mucho que me salvas cada día.

¿por qué seguir?

¿por qué seguir? si no te matan, te queman o te cortan la cabeza te hacen mierda  te infaman, te injurian, te hacen una comedia  tus propios...