miércoles, 11 de marzo de 2020

Nadie nos dijo...

Cuando eramos niñas nos hicieron creer que la vida era un cuento de hadas, color de rosa, en dónde algún día conoceríamos un apuesto príncipe azul para seguir el ciclo de la reproducción en completa armonía. Las películas que nos ponían, los juguetes que nos compraban -en su mayoría muñecas completamente estéticas- y la música que escuchábamos, nos convencieron de que ser bonitas y conseguir un guapo esposo era lo más importante de toda vida digna. Si nos gustaba el fútbol o nos interesábamos "en cosas de hombres" nos decían "marimachas".

Pero crecimos y ¡oh sorpresa!

Nadie nos dijo que esos hombres que creíamos "de la realeza" nos iban a lastimar tanto. Nadie nos dijo que nos harían sentir infinidad de veces inadecuadas e insuficientes por no cumplir con sus estándares de belleza. De ahí que aprendiéramos que ser extra delgadas, güeras de ser posible y de 90-60-90, era el imperativo categórico del ser mujer. Desde la más temprana de nuestra adolescencia nos dimos cuenta de que no éramos lo que supuestamente teníamos que ser. Las revistas, los comerciales, los escaparates, los personajes de nuestras series favoritas nos lo recordaban una y otra vez. ¿Cuántas no crecimos con la idea de que necesitábamos al menos una cirugía estética? ¿Cuántas no crecimos con la idea de que debíamos ponernos a dieta, vomitar o incluso dejar de comer? ¿Cuántas no crecimos con la idea de que la forma natural de nuestro cabello era impresentable, que nuestra piel era o muy clara o muy oscura y que inevitablemente necesitábamos del maquillaje para poder gustarle a los hombres? ¿Cuántas no crecimos simplemente rechazando nuestros cuerpos? ¿Cuánto dinero han pagado amigas mías en ropa, gimnasios, cremas, perfumes, zapatos, pastillas...,  para poder parecerse un poco a las conejitas de Playboy o a las modelos de pasarela?

Nadie nos dijo que esos príncipes azules iban a abusar sexualmente de nosotras en la primera oportunidad, algunos alcoholizándonos, o peor aún, drogándonos, y en muchos de los casos, siendo aún unas niñas; que además se lo contarían a todo mundo para ser aplaudidos mientras que nosotras quedaríamos como unas "zorras". Nadie nos dijo además que sí quedábamos embarazadas seríamos unas delincuentes al abortar; y nadie nos dijo que tendríamos que buscar hacerlo a escondidas para no ofender a nadie, poniéndonos en riesgo a nosotras mismas después de haber sido abandonadas por quién momentos previos había negado su paternidad. Nadie nos dijo que a ellos les dijeron que estaba "bien" estar con el mayor número posible de mujeres por lo que iba ser normal para ellos la infidelidad, que se aburrirían de nosotras y que estarían de forma perpetua buscando acostarse con otras. Nosotras en cambio debíamos esperar al matrimonio y ser niñas "bien".

Nadie nos dijo que esos hombres en quienes confiábamos nos tomarían fotos y grabarían nuestra intimidad sin nuestro consentimiento, o que aun consintiendo, lo divulgarían por Internet o en el chat de sus amigos. Nadie nos dijo que nos tocarían en el transporte público y que nos acosarían por las calles, tampoco nos dijeron que para ellos las mujeres éramos prácticamente un objeto y que muchos de ellos nos violarían y nos asesinarían sin el mayor remordimiento. Nadie nos dijo que nos secuestrarían para obligarnos a hacer pornografía o para comercializar nuestro cuerpo.

Nadie nos dijo que ellos nos subestimarían en todos los campos del conocimiento, las artes y en el ámbito profesional por ser, según ellos, "sentimentales," "conflictivas", "poco racionales" y "menos competentes", pero eso sí, qué eramos las campeonas del hogar, la cocina y del cuidado de los hijxs. Nadie nos dijo que nos costaría el doble conseguir un asenso sin tener que acostarnos con el jefe, terminar una carrera y hacer que nuestra voz fuera escuchada. Ni hablar de participar en política; nadie nos dijo que nos violentarían al intentarlo.

Nadie nos dijo esto y tampoco nadie nos dijo que los hombres lo iban a negar todo cuando al fin tuviéramos el valor de decirlo, de denunciarlo, de simplemente contarlo; que nos llamarían exageradas, delicadas o "feminazis". Toda esta desilusión, toda esta constatación es lo que nos tiene tristes, enojadas, indignadas, furiosas.

Nos hicieron creer que las mujeres eramos enemigas unas de otras, pero !oh sorpresa! hemos empezado a hablarnos de nuevo y estamos tratando de entenderlo todo, cuestionarlo todo y re-aprenderlo todo.

El feminismo busca por ello destruir todo esto para poder reconstruir y crear nuevas representaciones de lo que significa ser mujer, plantear formas más maduras de amar y ejercer plena y libremente nuestra sexualidad. Porque esto no tiene que ser así. No tenemos porqué solo jugar con muñecas y seguir sus patrones absurdos de belleza. Por ello el feminismo no solo es una filosofía de ruptura con el sistema que predomina en nuestra sociedad, sino también es una filosofía de transformación y reconciliación de las mujeres con nuestros propios cuerpos, con nuestra sexualidad, con otras mujeres. Porque no solo los hombres nos han lastimado con esto, sino también nosotras mismas nos hemos dañado unas a otras creyéndonos todo este cuento, negando a otras mujeres, hablando mal de ellas y haciéndonos aliadas sin darnos cuenta del patriarcado. Por ello el feminismo no solo es un movimiento de destrucción sino también un movimiento de creación, de imaginación, sanación y de mucha paz. Nadie nos dijo nada, por eso ahora buscamos decirlo todo.

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