En ese entonces se hablaba
un solo idioma en toda la tierra. Al emigrar al oriente, la gente encontró una
llanura en la región de Sinar, y allí se asentaron. Un día se dijeron unos a otros: «Vamos a hacer
ladrillos, y a cocerlos al fuego.» Fue así como usaron ladrillos en vez de
piedras, y asfalto en vez de mezcla. Luego
dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De
ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra.»
Génesis
11:1-4
Más allá de las cuestiones
jurídicas y técnicas, me parece que el problema de la reforma política,
aprobada ya prácticamente por ambas cámaras del Congreso de la Unión, es el retroceso,
o más bien, el eterno olvido o desconocimiento de lo que significa la
legitimidad, la construcción de confianza o el desarrollo de la cultura cívica.
El problema jamás observado de la superestructura, del agente, de la conciencia,
de la autonomía, del ejercicio pleno de la libertad.
Sí, ahora el nuevo INE, “podrá” hacer o no hacer
distintas cosas dentro del ámbito federal y local, habrá reelección legislativa
y nulidad de la elección por rebase de topes de gastos de campaña. Habrá nuevos
consejeros “puros e inmaculados”, no sólo en el centro del país, sino en todos
los estados. Sin embargo, desde mi punto
de vista, estas complejidades técnicas (ni siquiera el cambio de nombre) representan
en sí mismas el problema de fondo. Cada reforma política, cada ocurrencia
llevada a cabo por los legisladores ha sido aplicada eficazmente por los
consejeros ciudadanos en turno y por el cuerpo de profesionales que integran
el servicio profesional electoral. Asimismo, cada jornada electoral ha sido llevada a cabo por todos los ciudadanos que votan y que fungen como funcionarios de casilla.
Por ejemplo, la reforma en
materia de comunicación política fue aplicada eficazmente. Es un hecho innegable
que los spots son pautados y efectivamente transmitidos bajo los tiempos del
Estado en cada una de las estaciones y canales de radio y televisión del país.
Sin embargo, la presa construida se desbordó en las rechazadas campañas de spotización
y en un mercado negro para la compra de otros formatos de radio y televisión.
El problema de fondo con
esta nueva reforma, estriba en que se tira prácticamente a la basura todo el
trabajo logrado a lo largo de 22 años, no sólo para organizar las elecciones,
sino para generar y construir real legitimidad y confianza en la renovación de los
poderes públicos, tarea lamentablemente jamás lograda a plenitud. Pero pocos se
ocupan de ello.
Desde mi punto de vista los
legisladores no supieron cuando era el momento de parar, de dejar de diseñar la
estructura que tendría que sostener a la democracia. Dejar de intentar
construir la Torre de Babel que sólo ha traído, como su nombre lo indica confusión.
Cada proceso electoral, se
tenía que implementar un nuevo diseño, una nueva ingeniería para que “ahora sí”
fueran completamente confiables las elecciones. Para que todos estuvieran
tranquilos. La raíz del árbol en cada proceso electoral quiebra la banqueta
diseñada por los legisladores, y no se dan cuenta que lo que necesita el árbol
no es una mejor banqueta, sino dejarlo crecer sin tantas ataduras, sin tantas
limitaciones.
La democracia de este país
es tratada como un joven que tiene que rebelarse porque sus padres no lo dejan
hacer absolutamente nada. Cada vez que el joven intenta huir del encierro de
sus padres, de lograr alcanzar su felicidad por otras vías, los padres ponen
más candados a las puertas de la casa para evitar que el rebelde se salga de
nuevo, y lo que no pueden ver, es que el joven siempre será más astuto que los
padres para ser libre…. Lo peor es que ahora también pretenden corregir a
quienes ni siquiera son sus hijos, invadiendo la soberanía de cada entidad
federativa.
Lo que quiero decir es que
no sabemos en este país como resolver la cuestión pedagógica para la
construcción de ciudadanía, no sólo de ciudadanos en sentido estrictico, sino de
todos los ciudadanos en sentido amplio: partidos políticos, medios de
comunicación e incluso de los mismos legisladores. Hemos construido a lo largo
de 22 años una democracia sin interesarnos en construir demócratas para que la
habiten, pero seguimos creyendo que el problema es la democracia, la forma en
cómo la hemos construido desde el pacto fundacional de la república federal. No nos hemos ocupado de los demócratas, no hemos puesto atención en ellos. Nosotros mismos somos más y más intolerantes y autoritarios al no dejarnos realmente escuchar al otro.
Hoy los legisladores
destruyeron la casa de la democracia, la cual por cierto tenía todos los candados
que alguien pudiera imaginar, para evitar que sus supuestos rivales, y en
realidad hermanos antes que hijos, se escaparan de ella para crear una “supuesta
mejor fortaleza”.
¿Acaso no les parece extraño
que las mejores democracias del mundo dejen incluso la puerta abierta de la
democracia? ¿No les parece extraño que a diferencia de México, la casa de la
democracia en otros países ni siquiera está construida con cemento, sino con
papel? ¿o que incluso es sólo una casa imaginaria?
Me parece que ninguno
entendemos o podemos comprender la verdadera razón por la cual se decidió
llevar a cabo esto. ¿Corrupción en los institutos electorales locales? ¿Dónde
están las pruebas? ¿Qué hay en el fondo?
El nuevo INE no resolverá
por sí mismo el problema de confianza y legitimidad jamás lograda a cabalidad
en este país aunque pueda organizar a la perfección todos los procesos
electorales federales y locales si no paramos en construir esta absurda fortaleza. Mucho menos si no se construyó con el consenso
de todos los partidos políticos. Se construyó y
se encerró en la nueva fortaleza de la democracia a 5 de 7 de sus
habitantes. El interés de uno es completamente incierto, el interés del otro
parece ser un factor completamente económico, los otros ni siquiera saben que están
obligados a vivir en ella.
En fin, veintidos años
intentó una institución consolidar la democracia en México buscando cerrar el
vicio de la desconfianza e intentando dotar de legitimidad a los representantes
del derecho originario de soberanía. Ahora para intentar lograr de nuevo algo
similar, tendremos que esperar a que vuelva a quedar la casa tan anhelada otra
vez edificada. Tendremos que esperar a ver si un día podemos contemplar la
Torre de Babel por encima de las nubes…